Soy Dani, tengo 7 años. Hay muchas cosas que quiero entender pero todavía no lo consigo. Me levanto por la mañana y mi madre ya está corriendo, y eso que dice que se levanta un cuarto de hora antes de lo necesario para que no lleguemos tarde. Yo salgo de la cama y casi no puedo abrir los ojos pero deprisa tengo que acertar con el caño del pantalón y atarme las zapatillas, que no sé porqué tienen que llevar cuerdecitas, con lo fácil que sería ponerle celo.
Mi hermano pequeño llora y llora porque no quiere ir al cole. Todavía no sabe que eso no tiene solución.
Mientras me bebo la leche, oigo a mi madre gritando que si he metido todo en la mochila, que si me he bebido ya la leche, que si me acuerdo de la tabla del 6, que si he hecho pis, que si me he bebido ya la leche, que si he cogido el almuerzo y que si me he abrochado las cuerdecitas de las zapatillas. ¡Ah! Y que si me he bebido ya la leche. Tengo que responder a tantas preguntas que no me da tiempo a bebérmela. Cuando por fín he terminado, está detrás de mi con el abrigo y el bolso puestos y las llaves en la mano, ¿todavía estás así?. Yo, la verdad es que no tengo prisa, y menos para ir al cole. Y mi hermano sigue llorando.
Salimos de casa repasando la poesía que me preguntarán en lengua y la tabla del 6. Necesito vacaciones. Cuando llegamos al cole mi madre me recuerda qué es el diamétro de la circunferencia y que debo leer despacio los problemas de matemáticas. Le doy un beso y mi madre me dice como todos los días “¿sabes una cosa?” y yo contesto “qué” y ella me dice “que te quiero”. Ya lo sé mamá, me lo dices todos los días.
Repaso con mis amigos los cromos que podemos intercambiar pero llega la profesora y empieza la clase. Puf… necesito vacaciones. Matemáticas (con los problemas y la tabla del 6), lengua (con la poesía y el dictado), natural science (con los mamíferos y los reptiles, en castellano y en inglés), y sociales (con el ciclo del agua) antes del recreo.
Hoy la profesora está un poco enfadada, dicen que porque es lunes. Y como unos cuantos estaban hablando mientras explicaba, nos ha castigado a todos. No es justo. Y cuando yo he levantado la mano para ir a hacer pis, no me ha dejado. Pero… ¿no es una necesidad básica?
Llega el recreo, sacamos el almuerzo, voy corriendo a hacer pis porque ya no aguanto más, busco a mis amigos, me como el bocadillo y por fin intercambiamos los cromos, pero se pasa tan deprisa que antes de darme cuenta ya estoy otra vez sentado en mi mesa con inglés (que por alguna extraña razón es aprender dos veces lo mismo, para escribirlo y para pronunciarlo), y por último, cansado y muerto de hambre, gimnasia (a jugar al futbol) y termino sudando, y mi madre siempre me dice que no sude porque me pongo malo, no lo entiendo. Necesito vacaciones.
Mi madre me recoge del cole, siempre me la encuentro con una sonrisa, creo que le hace feliz verme. Nos vamos a casa corriendo porque ella trabaja por la tarde y yo tengo que estudiar la tabla del 7 y el examen de natural science. Necesito vacaciones. Por el camino me pregunta qué tal la poesía, qué tal la tabla del 6, si me han puesto algún examen y si he intercambiado muchos cromos en el recreo.
Cuando llego a casa, veo a papá, juego a peleas un poco con él y me pregunta qué tal la poesía, qué tal la tabla del 6, si me han puesto algún examen y si he intercambiado muchos cromos en el recreo. Normalmente contesto lo mismo que a mi madre, pero a veces no me apetece repetirlo y no respondo, así que mis padres se enfadan porque somos una familia, y hay que tener comunicación y… no sé cuantas cosas más, con las que estoy de acuerdo, pero es necesario repetirlo todo?
Mi hermano ya no llora, solo quiere ver pocoyo y pensar en qué trastada hará hoy. Este niño no tiene solución. Como mis padres trabajan, nos quedamos con los abuelos, que nada más entrar nos llenan de besos y me preguntan qué tal la poesía, qué tal la tabla del 6, si me han puesto algún examen y si he intercambiado muchos cromos en el recreo… necesito vacaciones. A ellos les respondo lo de los cromos porque seguro que me traen algún sobre nuevo. Y así es, a mis padres no les gusta, pero a ellos les da igual, dicen que los abuelos no están para educar, si no para malcriar, y eso lo hacen muy bien.
Al rato llegan mis padres. Mis abuelos se van. Yo ya he hecho los deberes pero tengo que repasar con mamá o papá. A mí me gustaría que no trabajaran tanto pero me han explicado que si no fuera así no tendríamos dinero para vestirnos, comprar juguetes,… y eso es fundamental.
Mis padres dejan de correr. También están cansados y también necesitan vacaciones. Llega el momento de leer como todos los días. Y no me gusta leer, y estoy cansado y quiero ver dibujos en la tele (porque no me dejan jugar a la nintendo), así que les digo que NO VOY A LEER. Comienza el caos. Mi hermano solo tiene que preocuparse de aprenderse la letra p. ¿Qué dificultad tiene eso?, yo tengo que leer y leer. Como me niego, primero intentan razonar conmigo, que si leer es muy importante, que si no supiera leer no podría saber qué pone en los cromos, que si quiero que todos los demás sepan leer menos yo, y yo pienso “¿no hemos quedado en que cada uno es como es y que hay que respetar a los demás y que debo ser feliz conmigo mismo como soy??’’),…ningún argumento me convence, así que terminan gritando “o lees 4 páginas o estás castigado sin cromos”. Eso si mi convence, aunque no me gusta que me griten.
Por fin llega el mejor momento del día, el baño. ¿Qué tendrá el agua que me hace sentir tan bien?”.
Después cenamos. Yo tengo que cenar filete de emperador, que lo odio y mi madre que no soporta las judías verdes, nunca se las pone para cenar… y solo porque ella tiene 40 años y yo 7. No lo entiendo.
Y llega la hora de irme a la cama, tengo mucho sueño pero no quiero que se enteren porque quiero ver la tele, así que me niego y les digo que no tengo sueño y que no me voy a poder dormir. Da igual, si no me voy a la cama ya, me quedaré sin cromos y eso me convence. Así que me meto en la cama, mi madre o mi padre se queda conmigo un ratito, le cuento algún secretillo y me cantan una canción. Ah! Y mi madre me dice “¿sabes una cosa?” y yo contesto “qué” y ella me dice “que te quiero”. Ya lo sé mamá, me lo dices todos los días. Aunque reconozco que me encanta que me lo digan y me hace sentir muy bien, y sin darme cuenta me quedo dormido… Zzz...
El blog del pequeño Dani.
Maria De La Cruz